Marina Rubicón (Lanzarote), 11 de enero 2014.- Cuando penetras en el desierto, es cuando más recuerdas los placeres del oasis. La flota del Gran Prix del Atlántico ya está entrando de lleno en el gran desierto. El oceánico. Allí donde estás en medio de la nada y alejado de todo. Solo compartes la existencia contigo mismo y tus compañeros de viaje, con el firmamento y, en este caso de cruceristas del océano, el mar y sus seres voladores.
Es entonces cuando se recuerda con más nostalgia la permanencia en el último oasis. En este caso los tripulantes del Gran Prix evocan como hace tan solo una semana compartieron juntos la cena de hermanamiento y despedida, en la víspera de la salida de la regata.
Fue en el restaurante la Casa Roja, donde todas las tripulaciones, organización, patrocinadores convivieron durante unas horas compartiendo espléndidos platos de gastronomía canaria ejecutados en la cocina de este excelente restaurante lanzaroteño, a pie de muelle de la Marina Rubicón.